jueves, 4 de febrero de 2016

Mi antílope, maestro.

Este antílope ha sido mi maestro de atletismo, aunque su cabeza esté deforme y no hable mucho, me ha mostrado los secretos para seguir el ritmo en el sendero sin rendirme ante el cansacio extremo. Le doy gracias, incluso me enseñó como huir si un león anda tras mi carne. Su cuerpo me recordaba al relieve del valle del Rift, en cuyos terrenos él mismo había entrenado por lustros. No sólo he de seguir sus pasos, también he memorizado sus rutas y atajos a diferentes sitios, pero todos ellos llevan al mismo fin, el éxito. Bolígrafo y tinta china.

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